Archivo mensual: agosto 2013

Lecciones de una crisis (2)

Los políticos

Sirva para revisar las condiciones de los gestores públicos.

Los políticos son muy importantes. Desde siempre, un grupo de personas especializadas se han tenido que dedicar de manera integra a la gestión y dirección de la vida pública. Ciertamente, esa posición requiere de unas cualidades especiales que, con el paso del tiempo, se han ido relajando de tal manera que ahora no hace falta ser un hombre egregio para poder formar parte de este grupo de personas.

Una de las lecciones que nos ha enseñado esta crisis es que los partidos políticos no están dirigidos por ‘los mejores’. La flexibilidad a la hora de integrarse en el cuerpo de un partido político ha hecho que muchos ‘oportunistas’ aprovechen las grietas estructurales y se posicionen, de tal forma, que su incidencia sea relevante y sus decisiones mejorables.

TODOS, deberíamos de tener la responsabilidad social de querer contribuir ‘al bien común’ porque, a corto, medio y largo plazo nos favorece o como mínimo nos influye. La sociedad de la que formamos parte requiere de nosotros, como también nosotros de ella.

Los políticos sólo son coordinadores que deben solventar los problemas que puedan surgir y tratar de plantear mejores formas de vivir en las circunstancias que se presentan. Ahora bien, ¿Qué requisitos debería de tener un ‘buen político’? o ¿Qué condiciones debería de existir para que alguien fuera político?

Formación: Para ser político se debería de exigir que estuviera bien formada, fuera culta, y resolutiva. Los estudios estructuran la cabeza para poder sacar el mejor provecho y justamente eso es lo que se le pide a un buen político, que saque el mejor provecho de los recursos que dispone. La formación no debe ser una opción, debe ser una obligación. Ahora bien, esto es una condición necesaria pero no suficiente.

Experiencia laboral: Para ser político se debería de exigir, también, haber tenido, como mínimo, 5 años de experiencia laboral. La vida profesional muestra la necesidad del trabajo en equipo. El cumplimiento de objetivos supervisados por un jefe, el cumplimiento de horarios en los que tienes que sacar el máximo provecho y la dependencia de un sueldo que te obliga a darlo todo en tu jornada laboral. El político no debe tener sólo la perspectiva del ‘jefe’, es decir, la posición privilegiada de ‘toma de decisiones’. Debería saber lo que es recibir una instrucción de alguien que no forme parte de su partido político o de su vínculo familiar. El político debe de tener una visión amplia de la realidad.

Méritos: Para ser político se debería de exigir unas condiciones en los partidos políticos. No es posible que alguien empiece con una afiliación a los 18 años y escale posiciones, simplemente porque conoce a los que determinan esas posiciones o porque su familia es muy relevante en el partido, hasta conseguir un cargo de ‘primer nivel’ en las Instituciones públicas, sin haber hecho otra cosa en su vida. Un partido político no es un club social, una peña de amigos o una falla valenciana. Un partido político requiere de los mejores y los mejores no los determina un dedo contaminado por un interés, sino unos resultados adquiridos durante una experiencia vital amplia. Cuanto más exigentes sean en los partidos políticos, más nivel habrá en los sillones dirigentes.

Temporalidad: Las personas que quieran contribuir a la mejora del ‘bien común’ deben saber que los cargos políticos deben tener una fecha de caducidad, que el periodo de servicio debe tener un comienzo pero también un final y éste no debería de exceder los 8 años. El poder es muy goloso y anulas las intenciones primeras con las que se entra para cubrir dos requisitos a los que aspira: mantener el poder y extenderlo a más gente. Por ello, el político debe ser político de servicio, no de oficio. Para ello es muy importante que las personas que se dediquen a la vida pública tengan una vía de salida en la vida privada. No se puede permitir que alguien permanezca en política porque ‘no tiene otra cosa’.

Afortunadamente, hay mucha gente que cumple su función con honradez, transparencia y justicia. Que no se deja llevar por inercias viciosas o servidumbres corruptas, sino que cumplen con su deber respetando las reglas del juego. Debemos apoyar a estos políticos que, durante el tiempo que están, cumplen con fidelidad su función, así como también debemos condenar a todos aquellos que quieren utilizar el hermoso arte de la política para enriquecerse, aprovecharse o vanagloriarse.

Sigamos luchando para encontrar a ‘los mejores’ en el gobierno de los hombres.

Lecciones de una crisis (1)

Del ‘Síndrome Iphone’ a ‘La hora de los sensatos’ Sirva para revisar los fundamentos de nuestras vidas.

Muchas son las lecciones que nos ha enseñado la crisis actual que padecemos. Lo más inteligente que podemos hacer es analizar con calma las causas que las ha generando y encontrar el remedio para que no vuelva a suceder.

Una de las lecciones más claras y significativas que hemos aprendido de esta crisis es que la gente ha tratado de vivir por encima de sus posibilidades, sin darse cuenta de que cada acción que estaba acometiendo iba a tener una consecuencia que, posiblemente, no fuera de especial agrado. Es posible que las indicaciones de ‘los otros’ generen una confianza irreal en nuestro particular modo de vivir, pero una de las injusticias que se emanan de las épocas de bonanza consiste en la generación de una ’ falsa’ posibilidad que se le concede a cualquier ser humano (dirigido por ’las tripas’ y no por la razón) de convertir su vida en una constante acción bulímica de consumo, sin pensar que eso puede hipotecar un futuro que en ese momento SÓLO se ve de color resultón y atractivo. Como reza el escrito del monumento  en Washington a los soldados de E.E.U.U caídos en batalla ‘Freedom is not free’ y la Libertad que se percibe cuando el estomago y la cartera están llenos, no quiere decir, que no tenga consecuencias. Parece ser que en esta vida apenas hay cosas gratis.

Perder el sentido del valor de las cosas hace perder el horizonte para conseguirlas. Eso es justamente lo que ha ocurrido con muchas personas que actualmente sufren los azotes de una crisis que oculta de forma sutil su oriental significado de ‘oportunidad’.

Un reflejo, que se ha dado en llamar ‘sindrome Iphone’, es que en España mucha gente decidió adquirir un móvil de última generación, ‘costase lo que costase’. Si no lo puedo pagar hoy, ya lo pagaré. Si no lo puedo adquirir de una forma normal, pagando su importe,ya trataré de elaborar argucias para engañar a las compañías telefónicas y simular un ‘amago’ a su compañía. Mientras en el resto de Europa la gente considera que la función final es el objetivo importante y no la apariencia de los medios, en España hemos querido privilegiar unos medios –caros de adquirir y exigentes de mantener- antes que la función final de servicio  operativa y mucho más asequible. El coste del ‘querer ser’ está siendo muy alto. Centrar la vida en lo que ‘uno no es’ ayuda a perder las razones que se tienen para saber lo que ‘uno es’.

Favorecer condiciones de igualdad es una constante que hay que propiciar, pero eso no significa que la igualdad absorba la tendencia de un mundo que debería premiar el esfuerzo y exigir unos mínimos. Ni todos pueden todo ni todo está para todos. Querer acercar las condiciones de vida de la gente pero sin cuidar los medios para conseguirlo ha supuesto una trampa que ahora, mucha gente, lo está pagando.

Alguien dijo alguna vez que no hay que estirar más el brazo que la manga. Vivir por encima de nuestras posibilidades puede ser una condena que nos lleve a una vida de sufrimiento. Aprender a saber en qué momento vital estamos y cuáles son nuestras posibilidades nos ayuda a ubicarnos de una forma sincera y real.

El ejemplo del Iphone,  la compra de una casa  cuando sólo hay medios para alquilar, la necesidad de unas vacaciones lejos cuando tu vida sólo te permite un tiempo de descanso cerca de casa, la compra de un coche cuya función principal es darle celos al vecino antes que llevarte a donde quieres, vestir como si fueras de gala pensando que la gente constantemente te mira,……esos son los flecos dolorosos que ahora tenemos que reparar.

Ojalá aprendamos de esta crisis que es mejor vivir con la vocación de servir y no de aparentar.

Aprender a ubicarse

Sirva para recordar cual es nuestro lugar en el mundo.

Todos partimos de unas coordenadas familiares que nos ayudan a marca un itinerario de vida. Rumbo que nos guiará por senderos en los que conoceremos gente, aprenderemos cosas y desearemos otras. Muchas veces la nostalgia azotará nuestro recuerdo de tal manera que querremos volver al punto de partida, con las mismas condiciones que antes, con la misma gente de antes y con las mismas ilusiones que antes, pero ya no se puede, es imposible. El pasado, pasado está.

¿Cómo nos ubicamos ahora?, ¿Cuáles son los referentes que nos ayudan a ubicarnos?, ¿Cómo podemos movernos en el mundo para ocupar el lugar que nos pertenece?. Da la sensación de que nos gusta vivir varias vidas, no sólo la nuestra. Es un juego divertido que nos ayuda a posicionarnos en espacios y con personas que no entraban en nuestros esquemas iniciales. No está mal. El problema es si creemos que esa es, realmente, nuestra vida. No es fácil saber cuál es nuestro sendero. Quizá tenemos que volver a volcar la mirada a nuestros orígenes para poder hacer un reseteado y corregir el rumbo, o quizá no exista un rumbo determinado y lo vayamos construyendo con los que aprendemos día a día, no lo sé, pero lo que sí tengo claro es que hay personas que están desubicadas. Hay personas que ‘han perdido el norte’.

Un factor importante para poder corregir los errores que cometemos en la vida es la humildad. Ese bálsamo mágico y caro, muy caro, es uno de los pocos que nos ayuda a rebajar nuestra condición astral y pretenciosa. La humildad no se consigue por esfuerzo, sino por escuchas, reprimendas y aprendizajes vitales.

Dicen que la vida pone a cada uno en su sitio. Será porque la vida no está sometida a deseos de bienestar, sino a patrones de justicia. El caso es que la potencia vital es mucho más grande que nuestro capricho voluntarioso y las infinitas variables que juegan el mismo partido que nosotros -sin saberlo- nos ayudan a volver a ubicarnos.

Una vez, un hombre me dijo que en la vida todo tiene un código. Las cosas, las personas, los sueños, los fracasos, el esfuerzo, etc…todo. La gente busca averiguar ese código y conseguir su tesoro pero no todo el mundo lo consigue. Puede que lo busques, puede que lo encuentres o puede que lo tengas delante y que nunca se sepas descifrar. Nuestra forma de ubicarnos también depende de cómo descifremos el código de nuestro cuaderno de bitácora, de nuestra hoja de ruta. Es posible que sólo podamos descifrar aquello que está dentro de nuestro marco referencial.

¿Cuál es tu lugar en el mundo?, ¿Dónde te ubicas y con quién?, ¿Qué códigos eres capaz de descifrar?. ¿Estás cómodo en el mundo el que te mueves?,….