Archivo mensual: abril 2013

La picadura del éxito

Sirva para orientar el vigor de un buen deseo hacia el buen camino.

Es muy bonito y saludable tener ganas de éxito, pero muchas veces ese deseo se puede convertir en pesadilla. La fuerza interior que nos hace seguir avanzando, puede convertirse en un laberinto donde todas las opciones que tomamos son callejones sin salida.

Los conceptos abstractos y generales son como velos de ignorancia (diria Rawls) que marcan un destino pero no marcan un camino. Es la sabiduría práctica (la frónesis como diría Aristóteles) la que delimita el camino, descubre las aptitudes y alimenta la actitud.

El éxito establecido como objetivo puede convertirse en un fuerte huracán que absorve los buenos medios para reducirlo a un fin absoluto. Ese fin, eclipsa las opciones estudiadas, razonadas y compartidas, y allana el camino cimentando las partes para conseguir el todo.

La picadura del éxito es dolorosa, adictiva e irracional. Las gentes que se guian únicamente por esta droga, son dependientes de algo que no no controlan, que les hace ser vulnerables y que no tienen miedo a buscar la contradicción con su propio Yo.

Sin embargo, el éxito tiene cosas buenas. Consigue una satisfacción que permite reafirmarse en el propósito. Consigue la estimulación para el desarrollo personal. Enseña que la obtención positiva de un deseo requiere esfuerzo, sacrificio, entrenamiento y que esto no siempre es agradable. Enseña que las cosas se pueden conseguir y que en esta vida no sólo vivimos de frustaciones decorosas. Alecciona a los curiosos que observan como alguien sonrie al final de una travesia larga y dificil.

La razón práctica necesita filtrar las ansias de éxito que nuestro deseo nos presenta. La prudencia debe determinar, como juez del Tribunal Supremo de nuestra conciencia, cual debe ser la justa medida de éxito para nuestra vida, conociendo las capacidades y aceptando nuestras carencias.

La disposición superficil del mundo de hoy, hace que pasemos por la vida como con una tabla de surf, sin conocer la inmensa cantidad de cosas interesantes, atractivas, peligrosas pero emocionantes que hay debajo de la misma. No debemos buscar los argumentos en el campo de los instintos irracionales. No encontraremos soluciones, donde sólo se plantan y florecen problemas o malosentendidos.

El éxito puede ser un regalo o una condena. Querer ser mejor es muy bueno, pero ¿Cómo?,¿Hasta dónde?, ¿El fin justifica cualquier medio?.