Sirva para reconciliar historias y silenciar miedos.
Todo el mundo tiene derecho a ser feliz, eso es indiscutible y considero que deberíamos de tenerlo en cuenta a la hora de programar nuestras vidas. Todo el mundo tiene derecho a ser feliz o como mínimo a buscar la felicidad (como cita la Declaración de Independencia de los EEUU del 4 de Julio de 1776). Pero no hay que olvidar algo que también es muy importante, a saber, todo el mundo tiene derecho a equivocarse. Todo el mundo tiene derecho a cometer un error, analizarlo, aprender de él y volver a intentarlo.
Equivocarse forma parte de la vida. Todas las acciones que empezamos tienen, un porcentaje de error. Existe la posibilidad de que cuando se realice esa acción, no se desempeñe bien y, aunque la opción es buena y la intención también, la ejecución no sea como se esperaba y hay que volver a empezar. ¿Dónde está el problema?. Sucede que a menudo no empezamos una acción, no elegimos una opción o no damos el primer paso porque focalizamos en ese porcentaje. El error eclipsa el acierto y nos impide avanzar y en consecuencia, también nos impide ese derecho primero que es ‘buscar la felicidad’.
Ciertamente cuando alguien dice: ‘No te preocupes, equivocarse es de humanos’ o ‘No le des más vueltas, haz lo que consideres y si te equivocas vuelves a empezar’, detectamos inmediatamente que esas personas no se están jugando nada, no están eligiendo, no están dentro del proceso de discernimiento, son simplemente espectadores de uno de los momentos más difíciles de nuestras vidas. Pero dar consejos es gratis.
Elegir no es fácil porque equivocarse no es agradable. Cuando nos toca elegir, en el fondo, buscamos alegría, placer, ilusión, proyecto, estabilidad, felicidad. Elegir no quiere encontrarse con un camino incierto, un periodo desagradable, unas consecuencias desastrosas o una tristeza desoladora. Pero para poder elegir en libertad debemos aceptar la posibilidad de equivocarnos.
La tentación nos llevará siempre a caer en la trampa y dejarnos paralizados, no dar el paso, no decir esas palabras, no optar por la alegría, no buscar la felicidad, no dar el beso deseado, no reconciliarte con tu mejor amigo, no comprar el billete para visitar a quien tanto deseas, no emprender esos estudios que tanto te emocionan,….todo aquello que impida nuestra felicidad. Equivocarse es una opción, pero sólo eso, una opción.
La máxima consolación en nuestra vida la encontraremos cuando perdamos el miedo a equivocarnos. Cuando aprendamos que en el error también está el acierto.